18 abril, 2006

Los Humoristas




unca es tarde si la dicha es buena", suele decir mi abuela, y yo, como el mejor de sus nietos que soy, sigo a rajatabla sus sabios consejos, y escribo hoy, 12 días después, la crónica del concierto, cuanto menos, más raro de mi vida.

Se trata del "espectáculo" de las Hermanitas de la Caridad, más conocidos en el país anglosajón cómo The Sisters Of Mercy, y también conocidos en Portillo de Toledo cómo "Los Humoristas" por razones que, líneas más abajo, serán obvias.

Mochilas con forma de ataúd, labios y uñas negras, peinados raros raros raros, mucha ropa larga y negra, y la camiseta blanca del Pailla, es lo que más destacaba a la entrada de la Riviera. Ya una vez dentro, lo que más llamaba la atención eran, el precio de la cerveza (desorbitado), y el sospechoso olor a fresa (anuncio de los que nos esperaba). La cosa no estaba tan agobiante como para tener que recurrir a las habilidades concierteras de Pepino, y con dos codacitos de nada ya estábamos en segunda fila, en un punto estratégico desde el que se veía un claro hacia la barra. El olor a fresa aumenta de repente y en un instante nos encontramos sumergidos en una espesa niebla artificial de peli mala de miedo (muy, muy mala). La cantidad de humo era tal, que al ir a hablar con mi amigo Anthony Stone, sólo veía hasta sus hombros, parecía Sleepy Hollow!!. Y con esta curiosa imagen, empieza a sonar algo que podría parecerse al "Temple Of Love", tema cumbre del grupo.

No hace falta ser un campeón del trivial para deducir que del escenario no veíamos ni los focos, algunos valientes afirman que en algún momento de claridad vieron al cantante, pero no hay nada confirmado. Y así se sucedieron los temas tras la cortina de humo, uno tras otro, que bien los podían estar tocando ellos o Chubie and the Casianos. No nos habríamos dado cuenta, de no ser por que Chubie estaba abajo con nosotros... o eso me pareció ver. A quien sí vimos seguro fue a un cowboy, a varios satánicos, al clon del cantante (o de eso tratamos de convencerle) y a un exnovio de mi prima.

En resumen, un concierto, cómo mínimo, peculiar, y todo hay que decirlo, decepcionante. Pero esa minucia no iba a amargarnos la noche madrileña en la que nos vimos envueltos a la salida del "espectáculo". Unas camisetas del grupo (sólo hasta el primer lavado) para ir guapos; unas hamburguesas, para ir cenados; unas cervezas, para ir fresquitos; y un taxi, para ir. Primero al Vía Láctea, donde el Soul hizo estragos (al parecer, sólo en mí), y después al caluroso y guitarrero 8yMedio, sin duda lo mejor de la noche. Allí bailaba hasta el portero, y todo de la mano de unos Djs de lo más modernillos, (seguramente recién sacaditos de Fuencarral). Un pedazo de garito que solo abre los viernes, y al que sin duda volveremos.

comenta, comenta, comenta, comenta, comenta, comenta, comenta