Los entrenamientos previos a una carrera son los mejores, la motivación es mucho mayor y las ganas de ponerte las zapatillas se van apoderando de tí.
Estás más pendiente de las cifras: distancias, pulsaciones, velocidad… y bajar tan solo unos segundos con respecto al día anterior te pone cachondo.
A una semana del Medio Maratón tienes que tener los deberes hechos, los 6 ó 7 días previos a la carrera son para reposar con carreras suaves y reunir todas las energías posibles para afrontar el reto como un campeón.
Esa última semana el cosquilleo en el estomago es inevitable, al menos para mí. Las charlas con los compañeros sobre como afrontar la carrera o el tiempo que cada uno espera hacer te ponen directamente un pie en la pista de salida.
Y así, entre nervios y mucha ilusión, llega el día de la carrera:
A las 7 de la mañana del Domingo, aun de noche, los chalaos de las carreras empezamos el día mientras que la muchachada más etílica aun no ha rematado la noche del sábado… así es la vida.
Fernando el pollero, Antonio Monjero, Oscar Vázquez, Juanfran Pacocisco y un servidor nos saludamos entre bostezos… Fernando abre un taper lleno de pepitos de crema, repostería casera de la buena, que cualquier día sería un irresistible desayuno pero que hoy preferimos convertirlo en una gran recompensa si nos la merecemos tras la carrera. Nos subimos al coche y partimos para Madrid.
La cuadrilla es excelente, como siempre, pero hoy observo cierta complicidad entre los otros 4: ya han corrido varias veces juntos y fundaron la asociación deportiva de atletismo de Fuensalida (ADAF), a la que solicito mi admisión en el acto y para la que no tardan en buscarme algo que hacer. Y yo encantado, claro.
Entre risas y vaciles, llegamos con ritmo “antirradar” a los madriles, aparcamos, nos vestimos para la ocasión (pulsómetros, mallas, dorsales, zapatillas favoritas… y alguna camiseta con un “69”…) Nos subimos al metro dirección al retiro, y nos encontramos con un andén lleno de atletas. La participación masiva de la que hablaban es totalmente cierta. El calorcito deportivo se respira aun con más intensidad al salir al exterior, miles de personas se preparan para la prueba.
La organización es estupenda, recogemos chips, entregamos bártulos, calentamos, estiramos, trotamos un poco y buscamos nuestro sitio en la salida. La calle está marcada por “cajones” según el tiempo en piensas completar la carrera. Así, si tu piensas terminar en una hora y media, te colocas en ese “cajón”, y durante la carrera tienes de referencia a tu “liebre”, que es un corredor que lleva un globo enorme atado en la espalda con el tiempo de 1h30min dibujado y que recorrerá los 21 kilometros justo en ese tiempo. Una referencia cojonuda.
Fernando desaparece, como ya es costumbre, buscando uno de los primeros puestos, y el resto vamos bajando la calle, buscando un tiempo que nos cuadre a los 4. Nos colocamos sobre el 1h:40min. Y En cuestión de pocos minutos más de 12.000 personas ocupamos toda la calle, el ambiente es espectacular, musiquita para hacer un poco el tonto, soltar alguna chorrada para liberar tensiones… y cuando nos queremos dar cuenta… Pam! Salimos.
Hay demasiada gente para pasar por el arco y nos toca andar hasta que lo cruzamos, pero una vez ahí, todos a correr! Yo me obsesiono con el cronometro para no empezar demasiado fuerte, y cuando me quiero dar cuenta voy solo, éstos han salido más fuerte, tienen más tablas y mejor forma física que yo. (pero tiempo al tiempo… jejej).
La marabunta de gente es impresionante, sobre todo al llegar a las calles largas donde se ve perfectamente una hilera de miles de personas que pone los pelos de punta, sólo por estar ahí, formando parte de ello, ya merece la pena haber venido.
en esta foto salgo yo, no es coña, podéis hacer un "¿Donde está Zapa?" Los 4 primeros kilómetros se me dan bien, subiendo el ritmo levemente, entrando en calor, superando esas leves molestias que me suelen dar al principio, y sigo tranquilo… aunque quizá demasiado. Sobre el Km5 casi me adelanta la liebre del “1h:50min”, y eso me pone las pilas, me encuentro con fuerzas así que decido que de momento no me van a adelantar. Aprieto el ritmo y me coloco ligeramente por delante. Los dos siguientes kilómetros me he olvidado totalmente del cronometro, ir al compás de la liebre es mucho mejor, y se disfruta más la carrera.
Sobre el Km8, voy junto a la liebre 1h'50, formando parte de una cuadrilla improvisada (“El comando 1’50 ”, dice uno…) y disfruto del gran ambiente que se ha creado, comentarios sobre el ritmo, voces de ánimo de la liebre, de otros corredores y del público, comentarios graciosos de un tipo que iba sobrao, el jodio… Estoy disfrutando al máximo cuando pasamos por las torres Kio, y durante los 6 kilómetros siguientes me lo paso teta.
Varias cuesta-arriba considerables, unos cuantos corredores que se cruzan, algún leve embotellamiento por estrechez de calle o por puestos los de agua… pero nada importante que me haga bajar el ritmo, todo lo contrario. Sobre el kilómetro 15, veo acercarse un puesto de agua, y me cambio de lado para evitarlo, casi sin darme cuenta he dejado el comando 1’50 detrás, y todo lo que eso significa. La posibilidad de terminar la carrera por debajo de ese tiempo, me da un puntito extra de energía. Es algo que ni siquiera me había planteado, porque en la anterior media hice 1h:55. y con ganarle uno o dos minutillos ya me hubiera vuelto feliz.
No quiero mirar atrás, no sea que la liebre esté más cerca de lo que pensaba y me venga abajo, voy subiendo el ritmo despacio, acortando unos 10 segundos a cada kilómetro, No sé de donde coño me salen las fuerzas pero me encuentro genial… kilómetro 18. Ya estamos!! Me parece ver a Juanfran unos 200 metros por delante, "¡A por él!" (mi subconsciente sabe perfectamente que no es él, pero me parece una motivación cojonuda), subo el ritmo. Tras 19 kilometros, ponerme a 4:30min/km me parece surrealista, pero lo estoy haciendo y me encuentro bien. (nota mental: no te vuelvas a subestimar tanto).
Y de repente llega una cuesta-arriba horrible, un rompepiernas brutal, bajamos el ritmo considerablemente pero me concentro en la respiración, “vamos, aun te quedan piernas” me digo, y me acuerdo de esas cuestas del camino de Novés que me enseñó Rubén y que tanta vida me han dado… Ya no queda otra, hay que echar el resto, con los ojos casi cerrados llego a la jodida cima, Un tipo grita: “Vamos que ya hemos pasado lo más duro, cabrones” A la meta!. En el último kilómetro y medio lo doy todo, no puedo evitar pensar en mis niños y en Esme, me dan toda la fuerza que me falta, miro el crono y voy genial, 1h:44 minutos! Veo el arco a lo lejos, y pienso Joder, lo puedo hacer en 1:45, En 10 minutos menos que el otro maratón!!.
Empiezo a adelantar gente como un loco, el calor del público es cada vez más intenso, me paro a pensar que tengo que ir con la cara totalmente desencajada, y me encanta! Jajaj. Pero me acerco al arco de meta y veo que no, que no es el último, que hay otro más al fondo. “¡¡No me jodas!!” grito sin ningún pudor, aprieto los puños y saco todo lo que me queda para no bajar el ritmo. Tengo que ir a mil pulsaciones, la adrenalina por las nubes, me dan incluso ganas de gritar. Sudo y jadeo como un animal hasta que finalmente consigo cruzar la meta. Y en un tiempo para mí impensable, 1h 46min. (en el puesto 4.200 de más de 12.000 personas) No quepo en mí del orgullo que me invade, la satisfacción, la alegría, la plenitud… Es una sensación indescriptible, es brutal, dicen que es por las endorfinas del nosequé, y que si el jubilo del deportista… yo solo digo que es la ostia y que se lo recomiendo a todo el mundo.
Entrego el chip, cojo el plátano, el agua, el Gatorade… todo subido aun en una nube… y me tomo un poco de tiempo para mí solo, me tumbo en el césped, estiro un poco y disfruto del momento. Pero solo un ratito porque me están esperando, mis compañeros que han llegado antes que yo.
Nos cantamos los tiempos, nos felicitamos… Yo flipo con Fernando, 1h:28minutos, ha quedado el 647 de 12.200. Acojonante. Estiramos todos un poco más y nos vamos a por unas cervecitas que nos las hemos ganado. Nos las tomamos en un bar que da al retiro, y disfrutamos del momento mientras vemos pasar a Resines que, aunque va en chándal, no tiene pinta de haber corrido la carrera. Nos vamos al coche y nos tiramos a por los pepitos de crema como animales!!
Durante la vuelta a casa aun me dura el subidón de la carrera, y disfruto del viaje y de la compañía, no hay nada como compartir una pasión para estrechar lazos.
Próximo objetivo: III VUELTA A LA CASA DE CAMPO. (un 16km con muy buena pinta)